Actualidad Animal

Ahí vienen los perros sanadores

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La Fundación Tregua trabaja con ocho canes de asistencia preparados para realizar intervenciones en lugares donde haya personas que los necesiten: hospitales, colegios, universidades, hogares... ¿Cómo lo hacen? Acá te lo contamos.

¿Te imaginas estar con terror en el sillón del dentista, y que de pronto todo se calma porque llega un perrito acompañarte? ¿O que uno de ellos te motive en una complicada sesión de rehabilitación física? ¿O un día ir al trabajo o a la universidad y encontrarte con un grupo de peludos canes dispuestos a que los acaricies mientras te mueven la cola?... Es lo que hacen Uva, Pepe, Pipa, Miel, Mora, Alba, Morrón y Chocolate, el súper team cuadrúpedo de Fundación Tregua (@fundaciontregua en Instagram).

Estos peluditos son los integrantes de esta organización que, desde el 2013, realiza intervenciones asistidas con perros especialmente preparados para esta labor. A la fecha ya cuentan en su currículum con trabajos en el Pequeño Cottolengo, la Fundación Las Rosas, en colegios de Educación Diferencial, en la Universidad Católica, la Municipalidad de Las Condes y, actualmente, con el Hospital de Niños Exequiel González Cortés.

FORMANDO AL EQUIPO IDEAL

Magdalena Hernández es la directora ejecutiva de la fundación y nos cuenta que la formación de los perros de asistencia comienza a los dos meses de edad. Si bien hay excepciones, la mayoría son Labradores y Golden Retriever (por su predisposición genética a tener buen carácter), y a todos los cachorros se les hace un test de preselección. “Esto nos ayuda a predecir su temperamento y ver sus reacciones, como si son muy asustadizos o agresivos, por ejemplo. Escogemos al más equilibrado, ni al muy miedoso ni al hiperactivo. Se elige al que resuelve bien las situaciones y se relaciona de manera correcta”, explica.

Entonces comienza un proceso que parte por la socialización y el entrenamiento. “No es que el perro trabaje desde los dos meses. Se les lleva a las terapias pero sólo a socializar, a pasarlo bien, y les damos premios muy ricos. La idea es que asocien cosas muy positivas con esta labor. Todo el entrenamiento es en base al refuerzo positivo”, detalla la directora ejecutiva, agregando que, entre los 10 y 12 meses, el cachorro ya está listo para cumplir su misión.

¡SIEMPRE PERRO!

Las jornadas de trabajo de los perritos de Fundación Tregua duran máximo cuatro horas por día. No más. Y cuatro días a la semana. “Ideal tres”, explica Magdalena, quien también es entrenadora formada en la Fundación. Ella cuenta que cuando van a su “lugar trabajo” están siempre acompañados por sus técnicos guías, quienes, en todo momento, deben velar por su bienestar. “El perro va a ir a trabajar siempre que esté bien. Nunca vamos a llevarlo al extremo de que empiece a mostrar señales de que ya no está cómodo. Ellos avisan. Ya antes de ir a al lugar muestran si tienen o no ganas. Si se suben o no al auto, si mueven o no la cola, si se ponen o no el peto o la bandana. Esos simples gestos ya demuestran si va o no con energía, y debemos estar atentos a eso”, explica. Y agrega que “dentro de la misma sesión los perros dan señales de molestia que es muy importante que el técnico las conozca, y si las muestra, se saca, se acorta la sesión. Se adapta a las necesidades del perro”.

como todo quien trabaja necesita relajarse, estos canes no son la excepción. Además de ir al cerro cada dos semanas y tener vacaciones de verano, de invierno y, a veces, de Fiestas Patrias, después de las sesiones de terapia van a dormir y a pasear. Esto último es parte de su rutina diaria, mínimo por una hora. “Nuestros perros viven con sus guías en sus casas, y allí son mascotas, son perros. ¡Muy bien portados, pero son mascotas! (risas). Ahí se relajan, son normales, juegan con otros pares y se sacan el estrés que pueden haber absorbido en las sesiones de trabajo. Su bienestar siempre será la primera prioridad”, explica la Magdalena Hernández.

¡VUELVE AL DOC, NOSOTROS TE CUIDAMOS!

Ese podría ser el lema de los tres perritos de la Fundación Tregua que dos veces a la semana van sagradamente, desde octubre de este año, al hospital de niños Exequiel González Cortés como parte de un programa apoyado por Purina y que incentiva el retorno a un hospital seguro tras los efectos de la pandemia del COVID-19, que ha provocado que muchos pacientes dejaran de asistir a sus controles.

En el centro asistencial las intervenciones las están realizando en cinco áreas: Odontología, Cirugía Ambulatoria, Salud Mental, Rehabilitación Física y Gestión de Personas. Y, si bien aún no hay conclusiones sobre la experiencia, Magdalena cuenta que están realizando estudios de seguimiento de signos vitales antes y después de las intervenciones, y encuestas de estados de ánimo para medir los resultados de la activación.

Sin embargo, ya han recibido el feedback de los funcionarios del hospital, quienes aseguran estar felices con las peludas visitas que les alegran el día cuando llegan. También cuentan con los testimonios de los médicos de cirugía ambulatoria, quienes dicen que cuando van los perros al preoperatorio los niños ya no lloran, y entran hablando de ellos al quirófano. También están aquellos que antes no dejaban que el dentista los atendiera y que ahora, con el perrito en brazos, se relajan y dejan que su tratamiento se haga sin problema. Sin duda, los mejores terapeutas.

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