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Katty Kowaleczko, Rosi y Lulú ''Sin perros no funciono''

Katty Kowaleczko 800 |

La actriz, Katty Kowaleczko, destaca que los animales son nuestra responsabilidad, que debemos cuidarlos y protegerlos como al resto del planeta. Por eso, no duda en salir a marchar y participar activamente en campañas que velan por sus derechos. Hoy dos perritas adoptadas forman parte de su manada.

Por Isabel Pinto G. Fotografías Gonzalo Muñoz.

Ver a Katty Kowaleczko en marchas o manifestaciones proanimales es frecuente. Si bien no pertenece a niguna agrupación ni ONG, la actriz tiene mucha conciencia de la importancia de velar por el cuidado de los animales, todos. La conductora del programa ‘’Capitán Planeta’’, de CF Radio, recuerda que cuando chica andaba con murciélagos en los bolsillos. ‘’Vivía en un conjunto de casas viejas, donde había de estos mamíferos voladores, y en la mañana, cuando me iba al colegio, las guaguas se caían igual que los pajaritos. Mi papá era docente y me contó que los murciélagos comían bichos, polillas, baratas, que me cargan, entonces a mí me hacían un bien (ríe). Además, siempre hubo animales en la casa, de todo tipo, con un respeto e incorporación como parte de la familia. No me siento cómoda sin animales, siempre hemos tenido perras, mestizas, negras, las más feas son las que más me gustan (ríe). La Lulú esa una excepción, porque es guapa. Nos encariñamos con las caritas de pena y sufrida que ponía, cuando fuimos a su hogar temporal. ¡Nos manipuló y nos ganó!”, recuerda.

Pertenece al creciente grupo de personas que considera a los animales parte de su familia.

Son seres que sienten lo que uno siente. Cuando uno está alegre mueven la cola, cuando uno está enojado desaparecen, cuando uno está con pena se acercan y hacen cariño; hay una conexión que va mucho más allá de lo que es una mascota, que siento que es algo más peyorativo. Son parte de la familia, sienten tus estados de ánimo y tratan de contenerte dentro de los que ellos pueden. Los animales son mucho más empáticos que muchos seres humanos”.

Katty vive con su madre, su hija de 22 años y dos perritas adoptadas. “Hay muchos animalitos abandonados y siento que vivimos en una sociedad donde uno tiene que demostrar quién es a través del tipo de la ropa, del auto, las marcas, el barrio en que vive, el colegio donde estudia, y yo no fui educada en ese circuito. Desde pequeña vi el abandono de muchos seres indefensos; entre ellos, los perros. Desde siempre en la casa se han recogido. Hoy, por suerte, hay fundaciones e instituciones que están más organizadas para tratar de velar por estos perritos, pero necesitan igual un rescate pronto, que sean adoptados e integrados a una familia que sea incondicional”, señala.

A principios de este año falleció Luna, una perrita negra que la acompañó 18 años. ‘’Me gustan los perros negros, porque nadie los quiere. Ella murió de viejita, hicimos el luto y sin perro, no funciono. No había querido traer un cachorro antes, porque como estaba tan viejita le iba a hinchar las pelotas. Escribí a la Fundación Esperanza diciéndoles que andaba buscando una cosa que fuera chica de porte, faldera, más de compañía. Y me mandaron una foto de esta cosa negra curiche (acaricia a Rosi), que parecía ratón, estaba pelada, con tiña, y dije ¡esa es! En enero llegó a la casa’’.

Rosi había sido abandonada en una cajita de cartón con sus hermanos en Peñaflor. ‘’Era cachorrita, venía con un tratamiento, se lo seguimos aplicando en la casa y se puso bella, peluda. Tenía colita de ratón y después le creció el pelo’’, recuerda Katty. Su otra perrita, Lulú, es de raza Beagle, fue abandonada junto a sus cachorros en Franklin. ‘’Vi un aviso en Twitter que la habían botado con seis guaguas, tenían como tres semanas, me dio una pena, y dije ¡cómo tanto! Fue empezando el invierno, a fines de abril, hacía un frío espantoso. La fuimos a buscar un domingo en la noche para tenerla como hogar temporal y aquí estamos con el hogar temporal (ríe). Me los traje a todos. Afortunadamente, los cachorros encontraron hogares maravillosos, con los que estamos en contacto hasta el día de hoy y eso me tiene súper contenta. Como la Lulú estaba viejita, pensaba quién la va a querer, nadie quiere adoptar perros adultos. La esterilicé y al final, con mi hija, dijimos para qué le vamos a buscar un hogar si es una más de la manada y se quedó en la casa... Tengo una hija de 22 años que está haciendo su vida y estas perritas dependen absolutamente de nosotras. Quiero que sean felices, que lo pasen bien, que disfruten la vida que tengan con nosotras y que ojalá no les falte nunca nada”.

¿Te gustan los gatos?

Mucho. Lo único que quiero es tener uno, pero mi madre no los soporta, y está bien, nada que hacer. Tengo una promesa con mi hija, un juramento, que cuando se muera, vamos a enterrar a mi madre y al día siguiente va a llegar una gata y se va llamar Gladys, igual que mi madre. Ella dice que nos va venir a tirar las patas, nosotras le decimos no importa, la Gladys nos va a defender y si es negra, mejor (ríe).

“LA ESCLAVITUD TAMBIÉN FUE UNA TRADICIÓN”

Participas activamente por los derechos de los animales, vas a marchas, incluso fuiste parte del video de la campaña contra las carreras de galgos...

Creo que a los animales tenemos que verlos como pares, como hermanos menores, como decía San Francisco. Es nuestra responsabilidad cuidarlos y protegerlos como al resto del planeta. También es nuestra responsabilidad lo que está pasando con el calentamiento global, es culpa nuestra que haya animales abandonados, deforestación, plagas porque se han metido de forma artificial otro tipo de animales en el sur. Como seres humanos, hemos “metido mucho las patas y creo que el informar es uno de los canales primordiales para tratar de sujetar algo tan vulnerable como es este mundo, donde están incluidos los animales humanos y los otros. Hay que lograr que no haya carreras de galgos, rodeo ni zoológicos; hay que abrir espacios de conversación. Creo que cualquier tipo de problema, si uno no lo conversa, se normaliza y es invisible.

Hay quienes defienden el rodeo y las carreras de galgos, porque lo ven como una tradición...

La esclavitud fue una tradición, pero por algo las tradiciones van cambiando, uno no se puede quedar pegado. Debe desaparecer el rodeo, encuentro que ya estamos ñoños para seguir con eso o con las carreras de galgos, de caballos y las peleas clandestinas de perros y de gallos.

¿Qué te parece que se haya aprobado discutir la prohibición de las carreras de galgos?

Me parece bien. Quizás soy impaciente, pero creo que los procesos, en general, para sacar leyes son muy lentos, cuesta mucho. No hablo solamente de ésta, sino de muchas leyes que están ahí detenidas y que son fundamentales. Viendo la historia para atrás, este proyecto también puede estar años guardado. Entró el proyecto de ley, qué bueno, pero no garantiza nada.

¿Por qué crees que existe maltrato?

La relación con los animales parte por casa, desde que uno es muy pequeño. Yo soy así gracias a mi mamá y mi papá, ellos me educaron. El maltrato tiene mucha relación con enfermedades mentales; definitivamente, no entiendo cómo una persona puede ser indolente al dañar a otro ser vivo, un ser humano, perro, gato, caballo, lo que sea. Creo que ahí hay un problema patológico que tendría que conversarse con un especialista.

¿Ves una solución?

La misma legislación que habla que los animales son cosas. No toda la gente ha tenido la oportunidad de vivir con un animal, pero te cambia la perspectiva cuando convives con ellos. Hay que entender que son seres vivos y es muy importante adoptar. Los perros, gatos o el animal que sea, uno los mira a los ojos, los encuentra bellos, graciosos y es muy fácil que formen parte de la vida, pero tomando la responsabilidad. Es como tener a un abuelito, criar un niño, es la misma responsabilidad. Si me aburro de mi hijo o hija, ¡no lo voy a ir a botar! Un animalito es lo mismo, con otras capacidades, son distintos, pero es lo mismo en cuanto a la responsabilidad que debemos asumir con ellos.

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