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¿Por qué los perros se parecen a sus humanos y nosotros a ellos?

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La creencia de que los perros se parecen físicamente a sus humanos forma parte del saber popular desde hace varias décadas. Así, son habituales las imágenes de estereotipos de musculosos con pitbulls, supermodelos con perros afganos de pelaje largo, y personas bajitas y rellenas con pugs. Ahora bien, hasta hace unos pocos años no había estudios al respecto&

La creencia de que los perros se parecen físicamente a sus humanos forma parte del saber popular desde hace varias décadas. Así, son habituales las imágenes de estereotipos de musculosos con pitbulls, supermodelos con perros afganos de pelaje largo, y personas bajitas y rellenas con pugs. Ahora bien, hasta hace unos pocos años no había estudios al respecto...

Por Marcos Díaz Videla, doctor en psicología, autor del libro ‘’Antrozoología y la relación humano-perro’’

En el año 2004, dos investigadores de California se propusieron ponerlo a prueba. Para esto recorrieron parques y sacaron fotos a las personas y a sus perros. Luego, a cada pareja custodio-perro le agregaban una segunda opción del pool de fotografías de los perros. Tras algunos retoques digitales para evitar identificar fondos y otras características, comenzaron testeos. Los participantes del estudio debían indicar cuál de los dos perros se parecía más a ese custodio. Si hubiera un parecido, los participantes debían acertar las duplas custodio-perro en más del 50% de los casos. Eso indicaría que solo operaba el azar y que, de haber un parecido, no era evidente.

¿Qué sucedió? Los participantes acertaron las duplas en 2 de cada 3 casos. Eso quiere decir, que los datos apoyaban que efectivamente custodio y perro tenían cierto parecido. Esta vez, el saber popular tenía razón. Este estudio fue replicado luego en Venezuela y en Japón, donde la población es más homogénea, y también se encontró que los perros se parecían a sus humanos.

La cosa no termina ahí. Los investigadores intentaron luego explicar por qué se daba este fenómeno. Para eso contaban con dos hipótesis:

(1) Hipótesis de convergencia:

Esta indica que con el correr del tiempo, custodio y perro se van pareciendo cada vez más. Como si se mimetizaran. Esta idea se apoya en evidencias de que, por ejemplo, las personas que llevan casadas muchos años llegan a convergir en las facciones del rostro


(2) Hipótesis de selección:

Esta indica, sencillamente, que las personas elegimos de manera inconsciente animales que se nos parecen.

De funcionar la convergencia, a mayor cantidad de años de convivencia entre custodio y perro, mayor sería el parecido; y más aciertos habría al emparejar las duplas correctas. De funcionar la selección, habría más parecido entre custodios y perros de raza que entre custodios y perros mestizos, en tanto, el aspecto de los primeros es más predecible.

Los resultados mostraron que el tiempo de convivencia no se asociaba con más aciertos de las duplas y, a su vez, los participantes acertaban más cuando los perros eran de razas definidas que cuando eran mestizos. Es decir, los perros se parecen a sus humanos porque estos los eligen parecidos a sí mismos.

Pero ¿en qué sentido? ¿Es en el tipo de pelo? ¿Es la forma del cuerpo? ¿O es parte de la fisonomía? Es decir, de la cara. Para determinarlo, un investigador también utilizó fotografías —solo de perros de razas de definidas— y también pidió a los participantes que indicaran cuál era el perro más parecido a la persona. Pero, incorporó una diferencia: los rostros de humanos y perros contaban con algunas partes visibles y otras ocultas con barras negras. O sea, de manera alternada, las fotos podían aparecer completas, incompletas o con partes del rostro tapadas.

Los resultados mostraron que, al tapar la región de los ojos, sea del custodio o del perro, los aciertos eran del 50%, es decir, equivalían al azar. Y al mostrar solo los ojos, los aciertos aumentaban significativamente y se daban en igual medida que al mostrar toda la cara. De modo que pudieron determinar que el parecido evidente se concentraba en la región de los ojos.

Así, una vez más, la ciencia le dio la razón al saber popular: Nuestros perros se nos parecen, en la medida en la que los elegimos a nuestra imagen y semejanza, fundamentalmente, considerando la fisonomía de los ojos.

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