Mestizos Magazine

¿Por qué te molesta tanto mi veganismo?

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Aunque parezca increíble, la decisión de dejar de consumir productos derivados de animales y sumarte al veganismo aún genera polémica en una parte de la sociedad.

Por Felipe Sasso

En octubre de 2017, el Ministerio de Salud de Chile reconoció la legitimidad de las dietas veganas. También destacó los beneficios del consumo de alimentos de origen vegetal y recomendó la supervisión de un especialista en nutrición para quienes deseen adoptar una dieta vegana o vegetariana. Esta noticia fue recibida con alegría por quienes hemos optado por uno de estos estilos de vida, y fue seguida con atención por el resto de la población pues, aunque parezca increíble, la decisión de dejar de consumir productos derivados de animales aún genera polémica en una parte de la sociedad.

Mi primer encuentro con el veganismo fue muy parecido al que tiene la mayoría de los veganos; simplemente me costaba comer carne sin pensar en el animalito que estaba consumiendo. Así, primero comencé como vegetariano y luego eliminé radicalmente todos los alimentos de procedencia animal de mi dieta. “No quiero ser parte de esto”, me convencí. Durante los primeros meses aprendí a tomar conciencia de lo que estaba comiendo y me acostumbré a tener que leer cada uno de los ingredientes de los productos al momento de hacer las compras. Fue un periodo de mucho aprendizaje, pero el resultado siempre ha sido satisfactorio. El veganismo lo considero como un viaje maravilloso donde he reafirmado mi amor hacia los animales y la necesidad de habitar de manera consciente y sustentable este planeta.

Ha sido un viaje íntimo, una decisión personal que nunca ha significado problemas hasta el momento de compartirla con otros, pues muchas personas no entienden que el dejar de consumir animales o alimentos derivados de ellos responde a una decisión voluntaria y consciente sustentada en principios valóricos e ideológicos, y no a un simple capricho pasajero o tendencia de moda.

He tenido que rechazar invitaciones a comer para no sentir que estoy complicando a los demás, la mayor parte de la gente se inquieta ante un vegano, pues bajo su lógica, todo el mundo tiene que comer carne y si no, es porque algo raro debe pasarle (debe ser por eso, ¿no?). Y no los culpo, lo “normal” es comer carne. Desde que somos pequeños, la sociedad nos dice que está bien alimentarse de animales muertos, y no sólo eso, es bien visto, de hecho. Lo mismo ocurre con los alimentos de procedencia animal, como los lácteos. Recuerdo una campaña publicitaria liderada por el Ministerio de Salud que utilizaba rostros televisivos para promocionar el consumo de leche de vaca. Una nota de El Desconcierto del año pasado, a propósito de las Fiestas Patrias, explicaba a veganos y vegetarianos cómo sobrevivir al “18”, y se aventuraba a decir que esta fecha ha de ser la peor del año para nosotros, asumiendo que nos damos cabezazos en septiembre por no comer carne.

Siendo así, es normal que se vea de forma extraña a los veganos, el problema es cuando se convierte en odio. Porque caemos mal, molestamos en un sistema que promueve el consumo y la utilización de productos y alimentos derivados de animales, que nos ordena aprovecharnos de ellos y utilizarlos para nuestro propio beneficio o comodidad.

Debemos reconocer que hay una facción radical del veganismo que critica a quienes llevan una dieta omnívora, pero responde a la actitud de parte importante de la sociedad que no acepta, tolera o entiende el estilo de vida vegano. La razón de esta intolerancia es la ignorancia, pues estoy seguro de que su actitud sería distinta si supieran que el 18 por ciento de los gases de efecto invernadero proviene de la industria ganadera, o que se utilizan siete mil litros de agua para producir cien gramos de carne de vacuno, de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura.

Pero el objetivo de estas líneas no es convencer a nadie, al contrario, sólo busca un poco de empatía con quienes hemos optado por llevar nuestras vidas de una forma distinta a la convencional, aquella que es regida por intereses comerciales de los principales grupos económicos, muchos de los cuales utilizan la industria ganadera y alimentaria como fuente inagotable de recursos. Porque no es fácil ser vegano en un mundo no vegano, es satisfactorio sí y tiene sus recompensas, quizás la más importante es tener la conciencia un poco más tranquila para poder mirar a los animales de forma honesta.

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