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Tener un perro no te hace mamá& ¿o sí?

SICO 800 |

Tener un perro no te hace mamá, criarlo, protegerlo y amarlo, sí.

Por Marcos Díaz Videla, doctor en psicología, autor del libro ‘’Antrozoología y la relación humano-perro’’

A propósito del Día de la Madre me topé con un meme que decía “Tener un perro no te hace mamá, ridícula”. Aunque descalificativo, es solo un meme, pero convengamos en que tiene un punto: un perro no es un hijo.

La analogía entre crías humanas y mascotas es ancestral. Incluso algunos investigadores creen que el hecho de que humanos primitivos sintieran compasión por cachorritos de lobo huérfanos los llevó a adoptarlos. De modo que la tenencia de animales de compañía habría dado origen a la domesticación. Es decir, criar estos lobeznos habría dado lugar a amansarlos y a elegir selectivamente los que mejor se relacionaban con humanos. Estos se habrían reproducido más que los otros y, luego de muchas generaciones, habríamos tenido los primeros perros de compañía.

Esto es una teoría antigua, propuesta originalmente por el científico Francis Galton, primo de Charles Darwin. Mientras que en sus tiempos no tuvo mucha aceptación, actualmente recibe cada vez más apoyo científico a partir de las investigaciones que dan legitimidad a la analogía perro-niño. Desde el lado del can, este se relaciona con sus humanos como su manada por encima de sus congéneres, busca proximidad y protección parental en humanos, y activa su sistema neurohormonal de vinculación madre-cría cuando los mira a los ojos. Del lado del humano, este se ve atraído por los rasgos infantiles del animal, se siente compelido a brindarle cuidados y protección parental, y activa su sistema neurohormonal de vinculación madre-cría cuando lo mira a los ojos.

De modo que, para la ciencia, sí existe un vínculo parental con nuestros animales de compañía, basado en componentes de conducta, psicológicos y biológicos. Claro que esto no sucede en todos los casos, porque tener un perro no es lo mismo que crear un vínculo con él. No se establece el mismo tipo de relación con un perrhijo que con un perro que vive encadenado a un árbol del jardín toda su vida. Por mi parte, considero más sano y celebro que haya cada vez más gente que se oriente al primer estilo.

Siguiendo este razonamiento, tener un hijo tampoco te hace madre. Podrías donar óvulos o incluso parir un bebé, y jamás volver a saber de él. Lo que te hará madre es criarlo, protegerlo y amarlo. O sea, brindarte a él como madre y cumplir ese rol. ¿Acaso no es ese el rol de quienes tienen perrhijos o gathijos?

Y antes que alguien apele a la pertenencia a una misma especie, es decir a la semejanza biológica, para legitimar la parentalidad, le recuerdo que ese argumento descalifica el vínculo de familias adoptivas. En estas familias la distancia biológica es mayor que en otras. Así, ese argumento sí es válido en la medida en la que acordemos que un hijo adoptado te hace menos padre que un hijo biológico. Lo cual es repudiable.

Ahora bien, como dijimos al principio, un perro no es un hijo. Eso implica que no va a heredarnos y trascendernos. Estoy de acuerdo y entiendo que tener otras expectativas sobre el animal es raro e infrecuente. En cualquier caso, esto no invalida lo anterior.

Finalmente, algunas personas insisten en que los perrhijos son un fenómeno cultural moderno, y que no es algo natural. Aclarémoslo: brindar cuidado parental a un individuo joven que no es descendencia —biológica y directa— es lo que se conoce en sociobiología como aloparentalidad. Y puede darse dentro de la misma especie o bien entre especies. De modo que tener perrhijos o gathijos es, técnicamente, una forma de aloparentalidad, la cual, no es otra cosa que una expresión de parentalidad (transespecie) que se ha desarrollado desde siempre en la naturaleza.

Así que no, tener un perro no te hace mamá. Brindarle un cuidado parental, sí.

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