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¿Por qué querrías un bebé cuando puedes tener un perro?

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La pregunta del título está tomada de un artículo científico que se refiere sobre las experiencias y percepciones sobre los animales de compañía en un grupo de mujeres que habían decidido voluntariamente no tener hijos.

Por Marcos Díaz Videla, Doctor en psicología, docente en Universidad de las Flores en Buenos Aires, autor de “Antrozoología y el vínculo humano y perro”.

La pregunta del título está tomada de un artículo científico publicado recientemente, acerca de las experiencias y percepciones sobre los animales de compañía en un grupo de mujeres que habían decidido voluntariamente no tener hijos.

Estas mujeres (childfree) se enfrentan a dos prejuicios. Por un lado, la decisión de no tener hijos las pone bajo sospechas de ser frías, egoístas, solitarias, emocionalmente inestables e incapaces de construir vínculos afectivos. De modo que las mujeres childfree con mascotas evitan en alguna medida esos prejuicios. La relación entre madre y bebé tiene elementos en común con la relación que se da con los animales de compañía. Las mascotas muestran devoción, disponibilidad, amor incondicional, son indulgentes y se relacionan mayormente de modo no verbal. Así, éstas pueden ser vistas de forma más cálida y afectiva.

Sin embargo, cuando las mujeres childfree tienen mascotas quedan expuestas a otro prejuicio. El mandato social no solo indica que deben desplegar conductas nutricias, sino que el único destinatario legítimo para estas conductas debe ser su propio hijo. Así, las mujeres sin hijos que desarrollan vínculos de apego con sus animales de compañía estarían desarrollando un vínculo patológico, además de incumplir el mandato de maternidad.

Este vínculo de las mujeres sin hijos con sus animales ha sido interpretado como un intento de compensación de un hijo ausente, y no como un vínculo genuino.

La interpretación de los vínculos entre las personas en general y sus animales –como intento de compensar déficits en las relaciones con otros humanos– ha sido tradicionalmente sostenida en nuestra cultura. En la actualidad, los estudios han aportado datos suficientes para desmitificar esta perspectiva.

En el estudio mencionado arriba, de las 15 mujeres childfree entrevistadas, sólo cuatro tenían mascotas. Esto es llamativo, pero más aún: sólo una definía su identidad como madre de su mascota. Definirse como madre de la mascota implica brindarle cuidados y protección, tratarla y percibirla metafóricamente como un niño, y tomar decisiones sobre la familia y el trabajo considerándola. Por otro lado, si bien muchas de las mujeres sin mascotas expresaban que les gustaría tener una, la mitad de ellas rechazaba adoptar una, para evitar las responsabilidades asociadas con un vínculo parental con animales. Es decir, elegían ser petfree por las mismas razones que habían elegido ser childfree. Contrariamente a los prejuicios, para estas mujeres la pregunta sería: “¿Por qué querrías un perro cuando no quieres un bebé?”.

Estos resultados coincidieron con otros de estudios similares. Por ejemplo, un análisis mostró que aunque muchas mujeres sin hijos disfrutaban de tener animales de compañía, en igual medida, muchas sin hijos los evitaban para minimizar sus responsabilidades domésticas y mantener su libertad. Otro estudio mostró que sólo una minoría de las parejas childfree construía su identidad como padres de las mascotas. Contrario a esto, muchas parejas sin hijos rechazaban la tenencia de mascotas, y para algunos participantes, las experiencias previas con animales incluso habían reforzado su decisión de no tener hijos.

O sea, las parejas childfree y el estilo parental aplicado a las mascotas son dos fenómenos diferentes. Las familias humano-animal surgen a partir del cambio social en las actitudes hacia los animales, con menor discriminación entre especies y mayor afecto y preocupación por el bienestar animal. Y las parejas childfree, surgen a partir del movimiento feminista y el rechazo a los roles domésticos para la realización de las mujeres.

En conclusión, las investigaciones muestran que el hecho de que una mujer decida no tener hijos, no permite inferir si decidirá o no tener mascotas. Algunas deciden tener mascotas y establecen un vínculo parental con estas; otras deciden tener mascotas sin relacionarse de modo parental, y algunas, simplemente, deciden no adoptar animales por las mismas razones que las llevan a no tener hijos.

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