Agrega que siente rabia de la actitud arbitraria de los seres humanos, ya que todos los animales tienen derecho a vivir. “No tiene que ver con que sean más o menos simpáticos, más lindos o menos lindos. Me pasa los mismo con los peces, empecé a bucear y me encanté con ellos, que tienen comunidades, investigué sobre la vida de las langostas, los pulpos, después salió la película “Mi maestro el pulpo” y creo que la gente empezó a entender lo que yo siempre decía, que los pulpos son extremadamente inteligentes, son lo máximo (ríe)”. ¿Crees que falta información? Sí, la gente no sensibiliza por ser malos, sino que por falta de información. La realidad de las industrias es que las vacas dan leche porque son madres, no por ser vacas, nosotros nos tomamos la leche, pero tienes que pensar que falta alguien en esa ecuación. El que se elimina es el ternero, y siendo mamá uno sensibiliza mucho más, que tortura que me embaracen y me saquen mi bebé porque quieren mi leche. Siendo súper honesta, la industria de los lácteos es la más cruel que tenemos hoy en día. Después de hacer el libro y de investigar con un montón de profesionales, estuve viendo las prácticas de todas las industrias y llegué a la conclusión que, si bien todas son extremadamente crueles, la industria láctea es terrorífica. Las vacas terminan destruidas porque toda la vida las inseminaron, les sacaron el bebé, y cuando ya no les sirven, las llevan al matadero. Cuando sus cuerpos no dan más, no pueden ni caminar, las muelen a palos para que puedan dar un par de pasos para entrar al matadero, es un nivel de crueldad horrible. Seguir leyendo Seguir leyendo