Por Carla Ingus Periodista / Directora EDITORIAL Galgos Altos, delgados, imponentes, por fuera. Por dentro, cachorros fieles, dormilones como felinos. Quienes los conocen saben que un sofá son su debilidad y una larga siesta en él, un hábito. Verlos encerrados en una jaula, padeciendo hambre y corriendo carreras orientados por cazar alimento… no es para lo que nacieron. Esas carreras además de involucrar maltrato físico previo, también significan para ellos traumas difíciles de superar. En Chile existen dos ONG que han trabajado por cambiar las vidas de galgos dejados a su suerte cuando ya no sirven… te contamos historias, en qué va la ley en Chile y cuál es la realidad en otros países. Después de leer esta revista esperamos no vuelvas a mirar a un galgo igual.