¿Los identificas fácilmente? Sí, cada puma tiene sus características, hay cosas que son más evidentes, quizás el color, el tamaño, pero también hay cicatrices, marcas en la nariz. Incluso después de verlos tanto, te das cuenta de que hay pumas que prefieren moverse más por un lugar que por otro y la forma de moverse es un poco distinta, uno empieza a hilar más fino. Nicolás Lagos antes de comenzar a tener avistamientos de pumas, estuvo y sigue trabajando en conservación de estos espectaculares animales en distintos lugares de Chile, donde no tiene acceso a verlos, sino que los estudia a través de señales que dejan, como fecas, huellas. “Utilizamos cámaras remotas que sacan una foto cuando el animal pasa por el frente, pero la verdad es que no hay chances de verlos, son animales que uno no está mirando”. Es muy diferente a lo que ocurre en Torres del Paine, ¿qué has descubierto en estos cinco años? -Claro, el parque te ofrece la oportunidad de estar con los pumas y ser básicamente testigo de su vida durante todo el día y todos los días. Uno sale a buscar a los pumas, los encuentra, los ve y puede ver el comportamiento, los puedes estudiar, se te abre una dimensión totalmente distinta de los pumas. Dentro de eso lo más interesante que hemos podido observar es que no son tan solitarios como se piensa, sino que es una especie que interactúa con cierta regularidad, unos con otros. Al estudiar los pumas, los libros dicen que son animales que se juntan o interactúan entre individuos adultos cuando hay rituales de cortejo o disputas territoriales, pero la verdad es que nosotros hemos visto grupos de pumas que interactúan y que son capaces de reconocerse, incluso compartir su alimento con cierta regularidad y eso ha sido un tremendo hallazgo. Ver grupos de 7 u 8 pumas adultos interactuando entre ellos es muy interesante.