Por Carla Ingus e Isabel Pinto EDITORIAL El lunes de 20 de septiembre y después de más de dos años de haber quedado en evidencia su criadero clandestino -con más de 70 vidas- en la comuna de Providencia. El Tercer Tribunal en lo Penal de Santiago, realizó la lectura de sentencia contra Claudio Javier Parra Hidalgo, quien fue condenado por el delito de maltrato animal, ya que mantenía perros en condiciones de hacinamiento, con parásitos y diversas lesiones que afectaban gravemente la salud e integridad física de cada uno de ellos, ocasionándoles daño y sufrimiento. Parra, además, era conocido en el mundo de las fábricas de cachorros por inseminar, hacer cesáreas, y trabajar en una clínica veterinaria, sin haber llegado a la mitad de la carrera, es decir, ejercía la profesión de manera ilegal. En un trabajo mancomunado entre la Fundación Abogados por los animales (APLA), Fundación ARCA, Bridesma (de la Policía de Investigaciones) y la Municipalidad de Providencia, lograron un fallo inédito en materia de maltrato animal. Por primera vez el juez calificó el delito como reiterado, es decir, se condenó individualizando a cada uno de los perros que vivían en ese criadero, de acuerdo con el daño que habían sufrido. ¿El resultado? 4 años de presidio menor en su grado máximo, inhabilitación perpetua para derechos políticos, para cargos y oficios públicos durante la condena e inhabilidad absoluta y perpetua para tener animales y una multa de 30 UTM en 10 cuotas. Un triunfo que, si bien es celebrable, nos sigue dejando en deuda en materia animal. Las denuncias que se hacen muchas veces quedan entrampadas porque el maltrato es subjetivo. Si no hay evidencia de golpes o muerte, si los perros lucen gorditos -aunque sea producto de lombrices-, no se considera como evidencia de maltrato animal. Y es así como, pese a las denuncias ciudadanas perros y gatos siguen viviendo en medio de rejas, sin ver el sol, con pulgas y comiendo en medio de sus fecas, siendo reproducidos en todos los celos. Esas son las fábricas de cachorros clandestinas, de las que nuestro país está lleno. Este fallo es un avance y un gran paso por reconocer los derechos de los animales, pero necesitamos un cambio mayor en nuestra legislación y como ciudadanos, debemos votar informados por los políticos que consideran dentro de sus propuestas a nuestro medio ambiente y, en especial, a todos los animales, sin importar su especie.