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El legado de "el Negrito"

Negro Matapacos 800 |

Los estudiantes lo llamaron “Matapaco” y se convirtió en un verdadero ícono a nivel internacional de la lucha social. Su pañuelo rojo y su personalidad lo hicieron inolvidable pese a que hace dos años que murió.

ILUSTRACIÓN: MONA QP / IG: @monaquepinta Basta revisar la prensa internacional para ver que el Negro ha sido inspiración y que muchos monumentos de perros llevan hoy un pañuelo rojo. El Negrito fue un perro que vivió por años en la calle y era el regalón de los estudiantes del centro, en los tiempos que había protestas era el primero en la línea defendiendo a su manada humana. Fue adoptado por la señora María, a quien acompañó una noche a su casa y nunca más partió. “Los veía todos los días cuando iba al trabajo, me vino a dejar una noche y nunca más se fue. Estuvo unos días en la entrada y después ya tenía su pieza”. Recuerda que tenía varias personalidades. “Cuando quería ser cariñoso lo era, cuando quería ser gruñón, lo era. Conmigo siempre fue amoroso, con el resto de las personas bien mal genio”. Pese a ser adoptado, jamás abandonó sus andanzas en la calle, rasguñaba la puerta hasta que le habrían y salía corriendo a reunirse con sus grandes amores.  “Los estudiantes eran primero que la mamá, primero que todo. Más que comprobado. Cuando lo fui a buscar al Arcis lo único que quería era soltarse para estar con los niños y no venirse a la casa”, recuerda la señora María. Evidentemente corría riesgos en la calle, en dos ocasiones salió herido. “Una se agarró con un perro y la otra lo atropelló el zorrillo. La segunda vez fue complejo el proceso de recuperación. Estuvo hospitalizado y muy enojado, me odiaba a muerte porque no me lo traía. Para él fue terrible y para mí también, habernos separado de esa forma. Le pedía que me diera un beso y me daba vuelta la cara. Andaba con el cuello y el día que lo traje salió y se fue a echar al DUOC, lo tuve que ir a buscar porque con ese cono no podía ver para cruzar la calle”. El que hoy sea un perro reconocido ha sorprendido a la señora María, quien por momentos pensó que pese a todo el cariño que él le tenía a los estudiantes lo habían olvidado. “En mi vida dejó una gran huella, pero nunca me imaginé que iba a ser lo que es hoy día. No dimensiono lo que es. Sólo lo que me cuentan... Ha recorrido el mundo. Creo que la lucha que él dio, he estado viendo videos atrasados, él era el que se quedaba luchando, creo que se merece todo el honor del mundo''.

¿Cómo le gustaría que lo recordaran?

Que nadie lo olvidara. Que si lo conocieron siempre lo tengan en la memoria, ni monumentos ni nada, sino recordarlo, aunque él lo merece todo. A todos los que compartieron con él les dejó una huella (se emociona). Cuando me dan las gracias porque lo cuidé, yo les doy las gracias porque no lo han olvidado. El Negro vivió con la señora María poco más de 7 años. “No era un perro viejo, pero para todo lo que se expuso, vivió mucho”. “Me hace tan feliz saber que no lo han olvidado”. [caption id="attachment_8150" align="alignnone" width="768"]

ILUSTRACIÓN: MONA QP / IG: @monaquepinta

ILUSTRACIÓN: MONA QP / IG: @monaquepinta[/caption]

Los últimos meses del Negro...

Luis Seguel Olea, médico veterinario, fue el doctor del Negro en sus últimos meses de vida. Le contaron que había un perro que estaba viejito y necesitaba ayuda. ‘’Cuando lo fui a ver conocí a la señora María, ella tenía mucho miedo de que me fuera a morder, porque era agresivo en la casa, tenía su carácter. Era un perro grande, pesaba alrededor de 40 kilos, probablemente lo hacía porque defendía su territorio, pero en la calle era un amor con los estudiantes, con la gente, dejaba que le hicieran cariño. Era muy regalón, porque todos lo querían, lo amaban. Le daban comida, muchos pensaban que era un perrito de la calle, pasaba mucho tiempo en la USACH y en las otras universidades del sector, ellos le pusieron Negro Matapacos’’. El cirujano, que también se dedica a la geriatría veterinaria recuerda que cuando lo examinó presentaba signología de tener problemas en las caderas. ‘’Tenía signos de tener una enfermedad que se llama inestabilidad lumbosacra que es bien común en perros grandes. Es un desgaste que se produce en el sacro, comienza a bajar y presiona un paquete de nervios que irrigan la parte trasera del perro (patas, recto, ano, pene, vejiga), todo lo que está hacia atrás, dependiendo lo que esté presionando es el problema que va teniendo el perro’’. Luis Seguel recuerda que en ese momento el Negro estaba casi postrado, se mantenía acostado, pero podía levantarse a hacer sus necesidades, pero con dolor. Pese a las advertencias de la señora María nunca lo mordió. ‘’Estuvo a punto, cuando lo empecé a revisar, me tiró a morder, pero ya no tenía tanta fuerza, ni agilidad, era un perrito viejito. Le hicimos exámenes de sangre y radiografías, ésta última arrojó signos de inestabilidad lumbosacra, se hizo una campaña para juntar plata para hacerle un TAC (tomografía axial computarizada). Se le hizo y se corroboró 100% el diagnóstico, por su edad y la dificultad en la recuperación de una posible cirugía se optó por no operarlo porque era más riesgoso’’. El Negro recibió un tratamiento en base a analgésicos y antiinflamatorios, su evolución fue positiva, recuperó movilidad y quedó con la indicación de tener paseos más cortos y que no realizara mucho ejercicio. ‘’También tenía espondilosis dentral en las vértebras lumbares, generalmente no genera problemas, eso le ocurre a perros que han tenido mucha actividad física, perros que son buenos para saltar, hacer ejercicio. Es cosa de mirar fotos y ver que el Negro pasaba saltando’’, agrega el médico veterinario.

Anécdotas

Durante sus controles, la señora María le contaba las historias del Negro. ‘’Me decía que era muy difícil mantenerlo adentro de la casa, porque apenas sentía ruido o una sirena iba a la puerta y empezaba a rascar para salir. Se desesperaba y ella le tenía que abrirle, iba a las marchas, salía corriendo hacia donde estuviesen los estudiantes. Su vida era levantarse y salir a caminar por las calles de Santiago, le gustaba callejear, era muy social, cuando no había marcha se iba a compartir con los estudiantes. El Negro podía estar acostado, pero si escuchaba una manifestación le daba la locura y tenían que abrirle la puerta, sino era capaz de botarla y salir arrancando’’. En otra visita le contó uno de los mayores sustos que le hizo pasar el Negro. ‘’En sus años de juventud, un día salió y no volvió. Como no regresó ella se empezó a preocupar, pensó que lo podían haber atropellado, fue a buscarlo a las universidades y no lo encontró. Alguien le avisó que lo habían visto paseando feliz junto a un señor con arnés y correa. Ella lo fue a encarar y le dijo que era su perro, él le dijo: ‘No, ¡es mío, estaba en la calle!’. No se lo quería devolver y le pidió a unos estudiantes que la acompañaran para recuperarlo, para que le explicaran que tenía dueña. Para la señora María era su guagua’’. Otra vez, le relató que un día salió a comprar y se topó con una marcha y vio que ‘’estaban todos los estudiantes de un lado, el Negro solo frente a Carabineros y los guanacos, y 500 alumnos detrás de él. Era todo un personaje’’.

Las últimas visitas

Sus últimos meses los vivió tranquilo, con tratamiento. Su dueña lo sacaba, pero como a un abuelito, paseos más cortos, en los alrededores de la casa. ‘’Cuando lo iba a ver también lo sacaba a pasear, le hablaba y le explicaba lo que le pasaba, por qué le dolía. Un día cuando volvimos del paseo nos sentamos en la vereda, afuera de su casa, y le digo ¡Negro, saquémonos una selfie! Tengo ese recuerdo, es divertido porque miró, se puso para la foto y parece que se estuviera riendo’’.

Negro Matapacos

El médico veterinario agrega que un par de veces pensaron en dormirlo porque estaba con dolor, no comía y lloraba en las noches, ya no le estaban haciendo efecto los analgésicos. ‘’Un día me llamaron porque estaba con mucho dolor, estaba sufriendo, me encontraba fuera de Santiago y lo llevaron a una clínica que estaba cerca de su casa. El colega lo evaluó y lo durmió. Le agarré mucho cariño al Matapacos...’’.

PERROS SENILES

El médico que se dedica a la geriatría veterinaria destaca que ‘’el error más frecuente con los perritos viejitos es que la gente dice ‘para qué los vamos a molestar, para qué le vamos a hacer un examen’. A ellos se les debe hacer todo tipo de controles y exámenes porque son los que más tienen dolores, hay que controlarlos, verles los dientes, pueden tener infecciones en las muelas, los mismos problemas de cadera, uno no se puede adelantar a ciertas cosas. La medicina preventiva es lo más importante, hacer medicina preventiva a los viejitos’’, finaliza. [caption id="attachment_8147" align="alignnone" width="665"]

Negro Matapacos Negro Matapacos. Foto: Mario Tellez.

Negro Matapacos. Foto: Mario Tellez.[/caption]

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