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Convivencia entre animales y vecinos

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La convivencia entre seres humanos y animales trae múltiples beneficios psicológicos y físicos.

Por Rodrigo Núñez, gerente comercial Southpoint S.A.

Ya hemos visto en columnas anteriores cómo la interacción permanente con animales, entre otras cosas, favorece la capacidad de socialización de las personas, estimulan a realizar ejercicio, disminuyen la presión arterial y ayudan al manejo de la depresión.

Quienes incluimos en nuestras familias a uno o varios animales, independientemente de la especie, lo hacemos porque tenemos la convicción de que es una relación que nos hace más felices.

Sin embargo, en nuestro país aún estamos al debe respecto de la tenencia responsable de mascotas. Más allá de una ley, están en juego formas de convivir en nuestra familia y con nuestros vecinos.

Vivir en comunidad, condición en la que todos estamos insertos, es siempre una instancia de aprendizajes y oportunidades. Muchas de las cosas que hagamos -incluyendo lo que hacen nuestras mascotas- repercutirán también en nuestros vecinos. En este sentido, lo que debería primar es el sentido común, de hacer con otros lo que te gustaría que hicieran contigo, y viceversa.

Los conflictos entre residentes de edificios y condominios derivados de la tenencia de mascotas son parte del cotidiano de muchas personas. Ladridos eternos porque quedan solos durante el día, malos olores o daños en las áreas comunes son algunas de las expresiones de esos problemas.

No existen recetas únicas. El camino es conversar, reconocer la importancia que tienen las mascotas en nuestras vidas y revisar los reglamentos de copropiedad y normas internas de convivencia para buscar en conjunto lo mejor para las personas y las mascotas.

Un primer punto interesante es que, si la comunidad no lo prohíbe expresamente, cada residente es libre de tener mascotas. Es muy importante informarse sobre cuáles son los animales más aptos para habitar dependiendo el tipo de vivienda y las rutinas de la familia. La excepción son los perros guía que acompañan a personas con capacidades diferentes, los que no tienen restricción alguna para circular por el interior de la comunidad, acompañando a su dueño.

Respecto del hedor y los ladridos, no es posible cursar multas por este motivo; sin embargo, sí se pueden aplicar sanciones por ruidos u olores desagradables. Ahora bien, si los reclamos son constantes, se sugiere a los afectados hacer la queja en el Juzgado de Policía Local, por problemas de convivencia.

Tampoco es posible desalojar por ruidos molestos de un animal, pero sí se puede sancionar al dueño si no está cumpliendo con los cuidados necesarios. No debemos olvidar que un perro puede ladrar ininterrumpidamente porque no tiene agua ni comida, o está estresado porque no lo sacan a pasear.

Vecinos y vecinas tendremos que acostumbrarnos a estos cambios. Estamos seguros de que hay más de una manera de hacer que la convivencia entre todas las partes sea armoniosa lo que nos permitirá disfrutar del encuentro entre animales y personas.

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