Adopciones

Francesca y Buda ''Adoptarla es una de las mejores acciones que he hecho en la vida''

Buda 800 |

Desde el primer día fue un 7. Tranquila y obediente, cada día agradece y disfruta el plato de comida como si fuera el primero y el último de su vida.

‘’Un lluvioso 12 de julio, llegó a mi vida Buda. Una perrita tímida que llamaba la atención de todos por su mirada tierna y patas cortas. Fueron meses los que estuve (estuvimos) pensando en adoptar un perrito, con muchas dudas sobre si era o no una buena idea ¿no será poco el espacio en el departamento? ¿Pasará mucho tiempo solo/a mientras trabajemos? ¿Con quién lo/la dejaremos si viajamos? etcétera, etcétera, etcétera’’, recuerda Francesca Chiappa. En pocas semanas se cumplen 3 años desde su llegada, por eso quiso compartir con nosotros el porqué es tan importante adoptar y no comprar. ‘’Lo quiero hacer desde un punto de vista amistoso, no criticón. No creo que quienes compran perros sean malas personas ni nada parecido, pero si me siento con el deber de hacerles ver porqué priorizar el rescate de un perro de la calle’’, dice. Antes de que llegara Buda, iba a comprar una cachorrita Fox Terrier. “Es linda, es una raza chilena, no es taaan cara, no va a crecer mucho, es ideal para nosotros pensábamos con mi pololo. Nos importaba muchísimo al momento de decidir tener un perro que fuera pequeño, ya que vivimos en un departamento y no queríamos que estuviera estresado por carecer de espacio.  Y erróneamente, creíamos que eso del tamaño sólo podíamos garantizarlo con la raza”, menciona. Tras informarse, se dieron cuenta que si adoptaban a un perro mestizo pero adulto, tendrían certeza de que no crecería más, pero surgieron nuevos cuestionamientos, ‘’si es adulto ya vendrá mal criado, acostumbrado a estar en libertad, el departamento se le puede hacer muy pequeño... y hará destrozos... si es adulto cómo podremos educarlo”. Siguió informándose y más que nada, volvió a lo básico: criterio y sentido común. “Habiendo tanto, pero TANTO perro abandonado, pasando frío, hambre, carente de atención y cariño, mendigando un poco de compasión humana, ¿por qué yo iba a gastar plata que no tenía en comprar uno de raza?’”

‘’Obvio, yo quiero que todos los perritos del mundo tengan hogar, los de raza y los mestizos, ninguno por sobre otro. Pero los perros, los animales 

#NoSonMuebles

. Son seres vivos dotados de sensibilidad. No son un regalo que venga con ticket de cambio, no vienen a cumplir un capricho propio. No están aquí para lucrar con ellos, para industrializarlos’’, dice Francesca. ‘’Adoptemos. Decidimos. Adoptemos un perrito adulto para no tener problema de que crezca mucho y las reglas del edificio nos permitan que lo tengamos en el departamento. Adoptemos uno y nos preocupamos de enseñarle que no destroce, que haga sus necesidades en lugares apropiados. Adoptemos. Y adoptamos a Buda. Una perrita que según algunos creen, tenía -ese 12 de julio del 2015- cerca de dos años de edad. A la semana de adoptada Buda estuvo al borde de la muerte por una infección que traía... Estuvo dos meses con collar isabelino, sí, el famoso cono de la vergüenza, dos meses con control 3 veces a la semana, y curaciones diarias. ¿Habrá sido una buena decisión adoptarla? Me lo pregunté cuando no sabía qué hacer porque sí o sí tenía que venir a trabajar y me daba una pena enorme dejarla sola’’, recuerda. ''Pero ahí, mi la familia (como siempre) estuvo presente, turnándose para entregarle los cuidados que necesitaba... y es que algo estaba claro, Buda quería vivir. Quería ser parte de una familia y luchaba a diario por eso. Teníamos que dar la pelea juntos'', dice. Francesca nos cuenta ‘’adoptamos a una perrita adulta, mestiza. Más grande de lo que siempre imaginamos para el departamento. A la semana casi se muere. Movilizó a la familia entera. Nos salimos del presupuesto, nos cansamos, angustiamos y cuestionamos si había sido la decisión correcta. Hoy, a casi tres años de su llegada, puedo decir sin duda alguna adoptarla ha sido una de las mejores acciones que he hecho en la vida’’. No fue necesario enseñarle a no destrozar cosas del departamento, o adiestrarla para que hiciera sus necesidades en un lugar específico. ‘’Buda desde el primer día fue un 7. Tranquila y obediente, sólo le importa estar cerca de nosotros, cada día agradece y disfruta el plato de comida como si fuera el primero y el último de su vida. De las maneras más insólitas llama la atención para que la acaricien... y bueno, a veces (varias veces) cuando anda de paseo, busca pelear con otras hembras... pero aun así, la adoptaríamos una y mil veces. Gracias Buda’’, finaliza.    

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