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Cambio climático: Desafío constante para las empresas

Cambio climático | UNAB

El cambio climático es uno de los mayores desafíos globales de nuestro tiempo, y su impacto en nuestro país no es la excepción.

Desde sequías persistentes hasta incendios forestales y lluvias intensas, los fenómenos climáticos extremos se han vuelto cada vez más frecuentes y severos. Para todas las empresas, esto no solo representa un riesgo operacional, sino también una llamada de atención urgente sobre la necesidad de adaptarse y contribuir activamente a la mitigación del cambio climático.

El riesgo climático para las empresas va más allá de los daños físicos a sus instalaciones. Implica también la inestabilidad en la cadena de suministro, la fluctuación en la disponibilidad de recursos naturales y la creciente presión de consumidores y reguladores por prácticas empresariales sostenibles. Es por esto, que deben reorientar sus estrategias, no solo para sobrevivir en un entorno cada vez más impredecible, sino para liderar con el ejemplo hacia una economía más verde y resiliente.

José Navarrete Oyarce UNAB

En ese contexto, las empresas enfrentan desafíos críticos que deben abordar para mantenerse competitivas y alineadas con las demandas actuales. En primer lugar, la adaptación a fenómenos climáticos extremos debe ser prioritaria, tal que los planes de contingencia y la gestión adecuada de los recursos hídricos y energéticos no solo son necesarios para reducir el riesgo operativo, sino que también son esenciales para proteger los ecosistemas que sustentan a estas industrias. En forma complementaria, la transición hacia energías renovables es un paso ineludible. Con una matriz energética históricamente dependiente de combustibles fósiles, la inversión en energías limpias como la solar, eólica y biomasa no solo ayuda a reducir la huella de carbono, sino que también puede significar ahorros económicos a largo plazo y una imagen corporativa alineada con los valores de sostenibilidad. Por otro lado, el cumplimiento de normativas ambientales es otro desafío ineludible. El marco regulatorio chileno ha avanzado hacia políticas más estrictas para el control de emisiones y la gestión de residuos, por tanto, las empresas deben invertir en tecnologías más limpias y sistemas de gestión ambiental que aseguren su conformidad y, a la vez, optimicen sus procesos productivos. En un país rico en recursos naturales, como el nuestro, la gestión sostenible de los recursos es crucial, puesto que la sobreexplotación de los ecosistemas no solo pone en riesgo la biodiversidad, sino también la viabilidad a largo plazo de las industrias que dependen de ellos.  En esa línea, la incorporación de prácticas de economía circular, reciclaje y uso eficiente de insumos no es solo una tendencia, sino una necesidad estratégica.

Finalmente, la innovación y competitividad en mercados internacionales es un desafío y una oportunidad. Los consumidores y mercados internacionales exigen cada vez más productos con un menor impacto ambiental, lo que obliga a las empresas nacionales a repensar sus modelos de negocio, desarrollar tecnologías más verdes y mejorar sus estándares de sostenibilidad.

El cambio climático no es un problema futuro, al contrario, es una realidad presente que requiere una respuesta activa y proactiva por parte de las empresas. Adaptarse no solo es una cuestión de responsabilidad, sino una estrategia clave para asegurar la continuidad y el éxito en un mundo que exige cada vez más compromiso con el medio ambiente.

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