En los últimos días se anunció que luego de pasar por el proceso de rehabilitación, finalmente volverá al océano después de 40 años de encierro.
Su liberación representa mucho más que el regreso de un individuo a su hábitat natural. Es un acto de justicia. Una reparación para una vida que fue interrumpida. Y un mensaje claro: los animales no existen para entretenernos. En todo caso, podemos tener el privilegio de compartir mundo con ellos y apreciarlos en libertad.
Jorge se reencuentra con el mar, y con él, se abre una puerta de esperanza para tantos otros animales que siguen tras los cristales del encierro. Ningún tanque puede simular la inmensidad del océano. La libertad no es un privilegio, es un derecho de todos los seres.